El viaje de la humanidad
La historia
Hace cientos de años, cuando los extraterrestres llegaron a nuestro planeta, el mundo cambió. Además de desmostrarse, por fin, que existía otra vida inteligente en el universo, aquellos seres nos trajeron la solución a nuestros problemas: Acabaron con casi todas las enfermedades, solucionaron el problema ecológico y pusieron fin a las guerras. Ellos se hicieron con el control de todos los gobiernos y nos impusieron sus leyes. El objetivo era que la vida humana no se extinguiese. Y lo consiguieron. Si el crecimiento de la población mundial ya estaba desbocado, gracias a ellos se multiplicó, debido a que la esperanza de vida subió como la espuma. Y al problema de superpoblación le encontraron una solución sencilla: Los más jóvenes y preparados serían trasladados al planeta natal de los extraterrestres para ser educados en su ciencia y así, en un futuro, poder colonizar la humanidad otros planetas. Según nuestros visitantes, su avance tecnológico les había permitido darse cuenta que un universo infinito estaba creado exclusivamente para ser colonizado por civilizaciones inteligentes, y que era su deber ayudar a todas aquellas que encontrasen en sus exploraciones a conseguirlo. No podían existir disputas territoriales cuando existían mundos infinitos. Ayudando a las civilizaciones inferiores a explorarlos conseguían el objetivo de tener vecinos lo más cerca posible y así, en un futuro, poderse ayuda de igual a igual. Y así se hizo.
Durante años, al llegar a la edad de dieciséis años, a todas las personas se les realizaba un reconocimiento físico general y un examen psicológico y a partir de los resultados, iban siendo llamados para viajar a las estrellas. Nunca se supo qué porcentaje de jóvenes viajaba, pero debía de ser muy grande, ya que la población mundial comenzó a descender. Cuando me realizaron las pruebas a mí la humanidad en el planeta era solo de quinientos millones. Habíamos conseguido que la gran mayoría de la humanidad viviera ya fuera de la Tierra.
Pero con ésta política apreció otro problema. Al abandonar la Tierra los jóvenes mejor preparados, los que quedaban en el planeta cada vez tenían un coeficiente intelectual más bajo de media. Estos eran los que se reproducían y entre los que los extraterrestres elegían a los viajeros. La raza se iba, poco a poco, deteriorando y el número de seleccionados para salir al exterior cada vez era menor. Además, debido a la pronta edad de emigración, los estudios superiores casi habían desaparecido. Todo era enseñanza básica. Ellos nos dijeron que nuestros jóvenes estaban recibiendo la mejor educación en su planeta y había que creerlos, pero la realidad era que no se sabía nada de ellos una vez que se iban. Nunca nadie regresó y nunca nadie se comunicó con su planeta natal. La explicación que nos daban era que las distancias eran tan enormes que llegados a un punto era imposible ya la comunicación, y nos lo creímos. Habíamos degenerado tanto, que ya nadie se preguntaba como regresaban ellos a nuestro planeta.
Pero lo peor para el hombre fue que, abandonada la ciencia, la sociedad fue dominada por la religión. Poco a poco fuimos creyendo que nuestros visitantes eran dioses y dejamos de pensar en ellos como en seres inteligentes. Se habían convertido en seres de luz, creadores de todo lo existente y en poder de la verdad. A partir de ese momento, las leyes las impusieron sus priores. Algunos ancianos hablaban de un regreso a la edad media, pero casi nadie sabía ya nada de esa supuesta edad. El tiempo se contaba desde la llegada de los visitantes. Todo lo demás había desaparecido en la memoria del ser humano.
Y así, por fin, un día me tocó a mi viajar a las estrellas.
(Continuará)
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