En el hostal, y tras comer unos filetes con patatas y algo de verdura cocida, le di instrucciones a Edda para que enviara al cochero a Silverbridge y que pusiera el telegrama con el que informar a mi editor que Lord Thorne estaba vivo y que en los próximos días le enviaría por correo un artículo completo de nuestro encuentro. Después, subí a mi habitación, cerré la puerta con llave y me senté junto a la única vela que iluminaba tenuemente el cuarto. El silencio era absoluto, solo interrumpido por el crujido ocasional de la madera o el viento afuera. Saqué de mi chaqueta el pequeño diario que había encontrado entre los documentos de Lord Thorne. Era un cuaderno de tapas negras, algo desgastadas, con la letra elegante pero apresurada de lady Margaret Fairchild.
Abrí la primera entrada, fechada varios años atrás, y comencé a leer.
—-
Diario de Margaret
12 de abril de 1854
Hoy he conocido a Elias Thorne. En una recepción en casa de los Pemberton, él se acercó a mí con una mirada tan intensa que me hizo sonrojar. Es apuesto, sí, pero hay algo en sus ojos... algo que parece mirar más allá de lo que uno puede ver. Dice que estudia textos antiguos, filosofía y ciencias ocultas. Me ha hablado de libros prohibidos, de conocimientos perdidos. Su inteligencia es abrumadora, pero también lo es su presencia. Me siento como una niña a su lado, aunque solo me lleve unos meses.
18 de mayo de 1854
Elias me ha pedido matrimonio. Me lo ha pedido con una pasión que no esperaba. Dice que soy su musa, su luz en la oscuridad de sus estudios. Papá no está muy convencido, dice que su familia es antigua pero que su reputación es... peculiar. Sin embargo, siento que mi corazón le pertenece. Me casaré con él. Seré Lady Margaret Thorne.
3 de septiembre de 1854
Nuestra boda fue un evento discreto, como deseaba Elias. Solo unos pocos allegados. Él estaba imponente, yo me sentía como una princesa. Pero en la celebración, mientras todos sonreían, él me miraba con una intensidad que me hizo temblar. No era amor, exactamente. Era posesión. Me hizo un juramento en latín, algo sobre "almas entrelazadas más allá de la muerte". No entendí bien, pero me dio escalofríos.
15 de marzo de 1856
Hoy he dado a luz a un niño precioso. Elias estaba presente, pero no mostró la alegría que esperaba. Solo observó al pequeño con una expresión indescifrable. Lo ha llamado Edmund, en honor a un ancestro. Dice que tiene el destino marcado. Eso me asusta. Nuestro hijo tiene apenas unas horas de vida y ya habla de su destino. Me siento como si estuviera atrapada en una maraña de secretos.
8 de noviembre de 1857
Hoy ha nacido nuestra hija, Eleanor. Es tan frágil... Elias apenas la ha mirado. Está más tiempo encerrado en su biblioteca que de costumbre. Dicen que ha hecho reformas, que ha añadido nuevas salas y pasadizos. Nunca me permite acompañarlo. Dice que es peligroso, que hay libros y conocimientos que no son para "espíritus débiles" como yo. Me siento como una prisionera en mi propia casa, rodeada de lujo pero sin libertad.
21 de enero de 1859
He encontrado un viejo plano entre los libros de Elias. Muestra una caverna debajo de la mansión, conectada al claustro por un pasadizo oculto. Hay anotaciones en los márgenes, dibujos extraños, símbolos. Habla de rituales, de "el Ojo Rojo" y de "la Puerta". Cuando Elias lo descubrió, se enfureció. Me prohibió investigar más. Me dijo que si volvía a husmear en sus cosas, me arrepentiría. No me ha levantado la mano, pero su mirada... su mirada me heló la sangre.
14 de abril de 1860
Edmund tiene cuatro años y Eleanor dos. Son hermosos, pero hay algo extraño en ellos. No juegan como otros niños. Se quedan mirando las sombras, susurran cosas que no entiendo. Una vez los encontré dibujando símbolos en la pared del salón con carbón. Cuando les pregunté qué era, Edmund me miró con sus ojos claros y dijo: "Es el Ojo, mamá. Nos está viendo." Elias se rió cuando se lo conté. Dijo que eran imaginaciones de niños, pero vi cómo lo anotaba en uno de sus cuadernos.
3 de octubre de 1861
He intentado escapar. Esta noche, mientras Elias estaba en la biblioteca, tomé a los niños y caminé hacia el pueblo. Pero cuando llegamos al bosque, todo se volvió... distorsionado. Las sombras se alargaban, los árboles susurraban. Y allí, entre los arbustos, vi una figura. No tenía rostro, solo un par de ojos rojos que me observaban. Los niños comenzaron a gritar, y entonces Elias apareció. Me miró con una furia que nunca había visto en él. Me dijo que no podía ir a ningún lado, que éramos suyos, todos. Que la mansión no nos dejaría ir. Me trajo de vuelta. No me ha hablado desde entonces.
17 de febrero de 1862
Elias ha sellado la entrada al claustro. Dice que es por "seguridad". Pero yo sé que es porque teme que alguien descubra la caverna. Me he despertado varias noches con ruidos extraños, como si alguien caminara descalzo por el pasillo. Y a veces, escucho voces... voces que hablan en lenguas que no reconozco. Los niños también las oyen. Ya no juegan. Solo se sientan en silencio, mirando la pared, como si esperaran algo.
5 de agosto de 1863
Encontré un libro en la biblioteca. Estaba escrito en latín, pero algunas palabras me resultaban familiares por las anotaciones de Elias. Hablaba de pactos con entidades antiguas, de sacrificios y de cómo "abrir la Puerta". La última entrada del libro decía: "El Ojo Rojo se alimenta de almas inocentes. Los hijos son el precio." Me entró un pánico terrible. Corrí a buscar a los niños, pero no estaban en sus habitaciones. Los busqué por toda la casa, gritando sus nombres. Finalmente, los encontré en el claustro, sentados en el suelo, mirando fijamente una de las paredes. Cuando me acerqué, vi que habían dibujado el mismo símbolo del libro. Elias apareció detrás de mí. Me miró con tristeza, dijo que ya era tarde, que el proceso había comenzado. Que ellos eran parte de algo más grande. Que yo también lo era.
23 de octubre de 1863
Hoy me he dado cuenta de que no puedo morir. No aquí. Elias me lo ha dicho. El pacto que hizo no solo lo ata a él, sino que también me ata a esta casa. Intenté tomar veneno. No funcionó. Me corté las muñecas. Las heridas sanaron solas. Estoy atrapada. Igual que mis hijos. Esta no es una vida, es una maldición. Y Elias... Elias ya no es el hombre con el que me casé. Es algo más. Algo que estudia en esa caverna, que invoca en el claustro. Y ahora... ahora nos usa a nosotros.
—-
Las páginas siguientes estaban manchadas, como si hubieran sido escritas con prisa o con lágrimas. Las últimas entradas eran apenas fragmentos, escritos con una caligrafía temblorosa.
"...no puedo dejar que siga... el Ojo se fortalece... los niños... sus ojos... rojos ahora... como los de él... no puedo... la caverna... el altar... me llaman... pero no quiero... no quiero... ayúdennos... si alguien... puede leer esto... huya... de la Mansión Blackthorn..."
La última página estaba arrancada.
Cerré el diario con un temblor en las manos. El silencio de la habitación se había vuelto opresivo. Las palabras de lady Margaret resonaban en mi cabeza como un grito de auxilio desde el pasado. Todo lo que había soñado, todo lo que había visto en la mansión... no era una coincidencia. Era real. Y ahora, yo también estaba atrapado en la misma pesadilla.
Continuará.
relato misterio terror Blackthorn
Este trabajo está licenciado bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Si usas mastodon, cosa que te aconsejo, y quieres contactar conmigo, esta es mi cuenta --> luisgarciareal@social.politicaconciencia.org.